Aunque en principio no lo note o no le dé importancia, hacer un trabajo con el cual no estoy conforme en mi empresa puede ser motivo de incomodidad y de peligro. De incomodidad porque tarde o temprano me voy a dar cuenta; de peligro, porque la empresa también.
Douglas McGregor, creador de la Teoría X e Y, afirma que podemos encontrar dos diferentes personalidades básicas diametralmente opuestas en el ser humano que trabaja. La personalidad X es propia de los individuos a los que les disgusta el trabajo, y siempre que puedan buscarán evitarlo. Por esta razón, para que alcancen las metas fijadas por su organización deben ser controlados y amenazados con sanciones. Asimismo, evitarán asumir responsabilidades prefiriendo que sea otro el que tome las decisiones. Su principal motivación gira alrededor de su salario y la seguridad que éste puede proporcionarle.
En cambio la personalidad Y es propia de los individuos que se sienten atraídos por su trabajo, resultándoles un desafío atractivo y tentador más que una carga pesada. Su capacidad de autocontrol y el uso de una autonomía responsable hacen innecesario vigilarlo para que cumpla con su tarea. Como si esto fuera poco, no sólo no rehúsa asumir responsabilidades sino que las acepta e incluso las busca.
Una vez definidas estas dos personalidades, seguramente caeremos en la tentación de ubicarnos en la segunda. Antes de caer en esta tan poco imparcial evaluación de nosotros mismos, es bueno saber que ninguna de las dos existen en un 100 por ciento en un mismo individuo. Pero si nos consideramos poseedores de un mayor porcentaje de las características de la personalidad Y que de la X, seguramente nos resultará útil la fórmula del C.P.M. (Cálculo de Potencial de Motivación) establecida por A. Turner y P. Lawrence para determinar qué tan motivador nos resulta el trabajo que estamos realizando. Para ello podemos distinguir cinco características básicas que puede (o no) poseer nuestra tarea en una empresa:
Variedad de habilidades utilizadas: ¿Es un trabajo innovador y creativo, o por el contrario es sumamente rutinario y repetitivo?.
Identidad de la tarea: ¿El trabajo que hago se ve en el producto final, o es tan ínfimo que no se nota mi aporte?
Significado de la tarea: ¿Mi trabajo impacta y resulta importante en los demás, o nadie lo advierte?
Autonomía: ¿Tengo libertad para tomar decisiones acerca de cómo realizar mi trabajo, o debo hacerlo de la manera que me lo imponen?
Retroalimentación: ¿Me entero si mi trabajo fue satisfactorio, o nunca se me informa de mis resultados?
Asignando valores desde 7 (siete) hasta 1 (uno) según que nuestro trabajo tenga mucho o poco respectivamente de cada uno de los factores en la fórmula siguiente, cuanto más alto el resultado (con un máximo de 343) mayor el potencial de motivación, y en consecuencia más conformes con nuestro trabajo estaremos.
Y ahora que estás advertido, manos a la calculadora. No sea cosa que tu empresa también se entere que esta fórmula existe.
Por José Luis Segade, Director de Novedades de la UdeMM